CAROLINA GAVIRIA
Lo dijo la poeta Mary Oliver: «esta es la cosa primera, más sabia y más salvaje que conozco: el alma existe, y está hecha enteramente de atención». La escritura de Carolina Gaviria es un registro delicado de la conversación que teje con lo vivo en muchas de sus formas;
algunas de estas formas, ni tú ni yo, las hemos imagi-nado, pero ella sabe dónde buscarlas y las anota en sus libretas en su ritual permanente de atender. El espíritu del poema se lee en sus precisiones, cava en profundidad más que en extensión; «el fuego encendido de las luciérnagas / los rasguños de tigrillos / los hilos de los hongos subterráneos / lunas ovaladas que reflejan al sol en un cachito» Son algunos destellos precisos de este poemario.