Luis-Gethsemaní Pérez-Aguilar
En 1962 el arqueólogo Lewis R. Binford publicó un artículo titulado Arqueología como Antropología en la revista American Antiquity. Se trata de un trabajo central en lo que vino a denominarse Nueva Arqueología o Arqueología Procesual. Entre otras tantas cuestiones, Binford reclamaba que el objetivo de la disciplina arqueológica es explicitar y explicar la totalidad de las diferencias y semejanzas físicas y socioculturales de la existencia humana. La Arqueología Darwiniana comparte esta asunción, pero va más allá. Comprende la Arqueología no sólo como Antropología -e Historia- sino también como Biología. Sus partidarios defienden que tanto la realidad genética y anatómica como la sociocultural de nuestra especie no se entienden verdaderamente si no es bajo la ley de la evolución, cuyo mecanismo se apoya en los pilares de la transmisión con variación y la retención selectiva diferencial de las unidades evolutivas a varios niveles: genes, memes, individuos, poblaciones, nichos ecológicos, etc. En esta obra se introduce al lector en las características elementales de este enfoque interpretativo en Arqueología. Se exploran con cierta profundidad sus coordenadas teóricas básicas y se exponen diferentes ejemplos que ayudan a asimilar tales principios. Como el mismo autor reconoce, quizás uno de los grandes aportes de este libro a la Arqueología Darwiniana, y que lo diferencia de los trabajos teóricos de otros colegas, es la consideración de insertar también la realidad biológica dentro de un ámbito que la supera y que la integra: el de los sistemas termodinámicos en no equilibrio.