ROSSET, CLÉMENT
La presente obra es, sin duda, un buen exponente de la producción filosófica de Rosset. El concienzudo análisis de esa fuerza mayor que es la alegría, punto neurálgico de toda su filosofía, y su incidencia u2013presente o ausenteu2013 en el que quizá sea el máximo antagonismo filosófico al que puede llegarse a este respecto. Si u00abNotas sobre Nietzscheu00bb, uno de los estudios más lúcidos sobre la filosofía del discípulo de Dionisio y, sin duda, el más nietzscheano de todos ellos, ilustra un modo particular de concebir la filosofía, consagrada a destacar el elemento de la afirmación, u00abEl descontento de Cioranu00bb muestra a la perfección el caso contrario, a saber, el inconveniente de haber nacido, la teórica imposibilidad de aclimatarse a la irremediable y fatal aspereza de lo real.nnnClément Rosset nació el 12 de octubre de 1939 en Carteret (Normandía). Estudia en liceos de París y Lyon. Más tarde, será alumno de la École normale supérieure. Tras una estancia de dos años en Canadá, se instala en Niza, en cuya universidad ejercerá la docencia hasta su jubilación, en 1998. Filósofo precoz y muy prolífico, escribirá más de cuarenta libros a lo largo de casi sesenta años de actividad. Murió en París el 27 de marzo de 2018. Entre sus principales obras podrían mencionarse La filosofía trágica, sus ensayos sobre Schopenhauer, Lógica de lo peor, Lo real y su doble, Lo real, El objeto singular, El principio de crueldad o La fuerza mayor.nComo ya fuera el caso de Nietzsche en el siglo XIX u2013poco dado a compartir forma y fondo con sus colegas decimonónicosu2013, podría considerarse a Rosset como el filósofo que a lo largo del siglo XX más claramente ha encomendado su filosofía a la aprobación incondicional de lo real, a pesar de su carácter cruel, azaroso, insignificante y carente de sentido, así como a la descripción de las empresas críticas destinadas a sustituir los fríos datos de la realidad por las humanas quimeras de la ilusión, desmarcándose de la práctica totalidad de sus contemporáneos y radicalizando planteamientos menos afirmativos o igualmente críticos, como podrían ser los de Gilles Deleuze o E. M. Cioran.