ABRIL, CRISTINA JULIANA
21 de noviembre 2019
Punta Huina, Chocó
Miquel y yo subimos a un pequeño barco con Rambo y Lucero. Según Miquel, Lucero es la arisca y entrañable hija de Rambo. Son las 7 de la mañana y la niebla casi llega hasta el agua. El Pacífico parece una ciénaga. Llueve. Rambo y Lucero ejecutan maniobras expertas para sacar el pequeño barco a mar abierto. Eso no tiene perdedero, afirma Rambo.
Lucero cumplió 15 años hace poco y se pone de pie, imponente en la proa. Canta el himno del Chocó. La miro en contrapicado, el cielo, su cuerpo remando, la lluvia, la niebla, y una fuerza desbordante. Miquel me mira como si me quisiera decir que también capta la imagen. Lucerorncanta mientras iza la bandera de Colombia en el barco. La tela tricolor se le enreda entre los brazos, pero no desiste.
Cristina Juliana Abril
Dos tiempos: el tiempo de los viajes por los que cruzamos el mundo y el tiempo de los días que suman la historia de nuestra biografía. Y entre uno y otro, estos diarios, entre varios mapas y a la sombra de los dilemas que supone el pasado visto desde un presente en el que nos preguntamos si nos hemos convertido en fantasmas de nosotros mismos. También, cuál es nuestro lugar en la geografía, física e imaginaria, en la que, quizás, cuando un espejo nos descubra reflejados, nos preguntemos, como Cristina Juliana Abril: "u00bfQué coño hago aquí?". No en una ciudad, no en otro país distinto al que nos vio nacer, no en las arenas movedizas de la incertidumbre: aquí, en el mundo, en el que cada cual construye su historia y es posible que a través de estos diarios pueda confrontarse consigo mismo, como su autora se confronta en cada línea.
Hugo Chaparro Valderrama